Friday, August 25, 2017

¡Pongamos de moda el "treefie"!



selfie it's... with a substantial touch


¡Pongamos de moda abrazar un árbol! Es una moda más sustanciosa como contrapartida al selfie insulso y repetitivo hasta el cansancio -que aunque tenga un buen propósito comunicativo, el selfie puede además ser creativo. Para tomarse un treefie (abrazar un árbol), solo necesitas una preocupación real por los árboles y el medio ambiente, y una toma de conciencia de la deforestación de nuestro planeta azul y el calentamiento golbal.

go all the way for mother nature


"Abrazar un árbol se me hizo muy natural, como que estaba abrazando a mi hermano o a un familiar querido. Alguien puede pensar que abrazar un árbol es dar con un objeto inmóvil, pero realmente estás abrazando una parte de tu mundo y de tu vida. Por eso me alegró tomarme un treefie y reconectarme con la naturaleza." -Leonardo Rivera (estudiante de Español AP Lengua y Cultura)


cutest embrace

Comenta qué significa para ti abrazar un árbol (las fotografías impresas o en el teléfono las compartiremos en clase ;-)

Wednesday, August 23, 2017

Selfie, ser tonto o hacerse el tonto

Dr. R. Inguanzo

A propósito del artículo de James Franco en el The New York Times, The meanings of the Selfie, me sumerjo en el caldo infinito de vanidades que es el universo de selfies donde el actor, que ha sido llamado el Rey del selfie, establece una diferencia entre el celebrity selfie y el selfie corriente, argumentando que el primero consiste en un tome-y-daca que lo mantiene en el candelero de los likes (aprobación justificable en sí misma dentro de la industria), mientras el segundo tipo lo hace para mostrar—ya no decir—cómo se siente, qué está haciendo, etc. Franco explica que el bombardeo de selfies aunque demuestra "algo de vanidad" es esencialmente comunicación. Pero no se lo creo ni por un momento. Franco estará cursando su doctorado en Lengua Inglesa en Yale pero se le va en foul esta cuartada. Franco es un buen actor que simula un arranque de franqueza. Pero Franco no está siendo franco.

Propongo un móvil que no reconoce: Franco busca éxito social para seguir siendo una celebridad porque le horroriza perder su estatus (chicos, ¿el bombardeo de selfies no denota ansiedad?), y en base a su popularidad en Instagram, Facebook, Twitter, etc., seguir siendo coti$$$ado por la industria del cine. No sorprende entonces que en los premios AMA 2013 entregaran a Rihanna el galardón de Ícono (tiene sólo 24 años por dios) y que entre las razones que dieron para otorgárselo estaban los más de 10 millones de seguidores en Instagram, los 33 millones de seguidores en Twitter, y su fuerza avasalladora en Facebook. Franco sigue el juego a la industria y los parámetros con que evalúa el potencial humano en dólares o potencial de venta. Los números de seguidores se disparan con un selfie de Rihanna en traje de baño o 30 mil seguidores por un selfie de Franco sin camisa, otros 90 mil por Franco saliendo de la ducha, etc. Luego que el selfie sea esencialmente comunicación es una pifia. Dice Franco que cuando cuelga un selfie inmediatamente le salen miles de seguidores. Lo comprobé llegándome a su cuenta en Instagram. Franco tiene un hermano más joven, Dave, célebre también, que no lo alcanza en números (esta actividad es muy de jóvenes y confesémoslo, a ustedes les queda mejor por razones obvias, son más hermosos, más frescos, más espontáneos), sin embargo cuando Franco sube una foto con su hermano para lograr el millón de seguidores nos manipula. Franco también sabe esto, pero no lo dice explícitamente. Se justifica argumentando que cuando postea un poema o un proyecto artístico ahuyenta a sus seguidores y apenas consigue likes y pins. Ah, por supuesto, los seguidores de Franco son selfiers también, aunque de mediopelo. Dice que la atención que busca el celebrity selfie se traduce en poder:  

And attention seems to be the name of the game when it comes to social networking. In this age of too much information at a click of a button, the power to attract viewers amid the sea of things to read and watch is power indeed. It’s what the movie studios want for their products, it’s what professional writers want for their work, it’s what newspapers want — hell, it’s what everyone wants: attention. Attention is power.

 ¿Pero acaso nuestra afición por el arte y vocación por la poesía debemos traicionarlas para complacer a la maquinaria hiperbólica? Qué ingrata es la fama. Para ser cotizado en Hollywood no basta con ser buen actor, guapo, inteligente y sensible —¿y quién puede reprochárselo mientras gana millones? Si el selfie se justificara simplemente como poderosa arma de comunicación cabe la pregunta, con esta práctica ¿qué comunicamos? Franco menciona el aspecto no verbal que conlleva esta actividad, lo que es al menos una simpleza. Dejemos a un lado el reproche de a quién diablos le interesa si fulana se sacó una muela o si mengano está aburrido y ocupémonos de lo no verbal del asunto: ¿Debemos conformarnos con una sociedad y unas redes sociales (de tarados) que no necesitan o no pueden comunicarse verbalmente, haciéndolo por medio de autorretratos monótonos e insulsos —porque para que un selfie tenga fondo hay que tener ideas paseándose por la mirada y palabras para la imaginación? Y por si usted no lo sabe, pensamos con palabras. Por lo que lo no verbal del selfie tiene sus problemas, corroborando la sospecha triste de que esta generación corre el riesgo de estar dando un paso atrás, regresando a la comunicación pre-hablada de nuestros ancestros en las cavernas. Porque donde no hay sustancia algo se pierde. Una sustancia que es un legado y una responsabilidad.

Ojo con el selfie. Tal vez falsificamos nuestras vidas, nos jactamos de la apariencia, nos presentamos mejorados y también (sin querer) revelamos lo peor de nuestras vidas (y el pequeñísimo valor que le damos), lo vacíos que somos, lo banales que somos, en el peor de los casos evidenciado una pompa injustificada (somos insignificantes). Chuchería y vanidad para los tontos no debe ser sufiente. Cientos de selfies multiplicándose en el caldo infinito de selfies comunican momentos, ego-ísmo y banalidad (y somos libres de hacerlo); es la marca de nuestra época, pero ¿hay que diseminarlo? Porque a diferencia de un poema o una gran obra arquitectónica, el selfie y el belfie (selfie de trasero) mueren enseguida, su oxígeno es la gratificación instantánea.

El famoso belfie desproporcionado de Kim Kardashian, antinatural y revelador, exhibe el volumen de silicona implantada, lo ingravitacional de la carne rellenada. Pero también selfie is the new normal. Kim lo ha demostrado: hay una narrativa y una performatividad en el selfie que está por verse. Porque un selfie también pudiera mostrarnos la vida en su esplendor y su decadencia (el treefie = selfie con un árbol), si el gesto fuera en busca de significado. ¿Es de fiar la imagen desproporcionada por tanto arreglo cosmético y quirúrgico? ¿Cómo imaginarla cuando tan poco queda a la imaginación? Dentro de la relación simétrica con los amigos y conocidos de Facebook pervivo como observadora emocionada. Hace unos días un amigo subió un selfie-part espantoso del dedo del pie recién operado. ¡Qué cosa más fea! Por supuesto que mi amigo (cariños aparte) quedó eliminado de mi campo de mira (es una opción al alcance en Facebook no tan grosera como expulsarlo del círculo de amigos). Pero, ¿cómo se les ocurre que estas fealdades y minucias íntimas puedan interesarnos? Es triste descubrir que personas con las que no hemos tratado en mucho tiempo (lo que revela afinidades electivas) devienen insignificantes y apocadas ya no ante nuestros ojos sino en sus propias vidas. (Me quedo mil veces con el selfie último de Rihanna en babydoll y sin embargo tampoco me interesa Rihanna en babydoll.) Selfie y belfie entre los más jóvenes es un tema al que hemos dedicado discusiones muy interesantes en clase, echando mano al arte para hallar alternativas (sí, pidiéramos comunicarnos más sustancialmente si lleváramos vidas más interesantes). Ana Mendieta trabajó el autorretrato —del que sobran ejemplos en la historia del arte.
Cindy Sherman por ejemplo, lleva décadas tomándose selfies que juegan a ser otra. Y hay un meollo en su trabajo que reta los más aburridos y tontos selfies de capirote.


Será que en el pasatiempo de selfier/belfier se pierde la capacidad de vivir las cosas, vivirlas desde adentro. Porque el selfie viene acompañado del reporte instantáneo de lo que no se reflexiona ni disfruta inconscientemente—y tal vez se es más feliz cuando no se sabe. Vaivén de la moda que combina frivolidad y reafirmación de la personalidad (¿pero esto no tuvimos que resolverlo en la adolescencia?). El selfier adolescente se justifica; en cambio, que un adulto no pare de selfiar (valga como verbo) no deja de tenderle una trampa. Ayer llamé la atención a una querida amiga que mientras contemplábamos Miami desde la sólida azotea de un rascacielos de Brickell ella no paraba de tomar fotos contra el paisaje y postearlas desde el teléfono. La brisa invernal abatiéndonos, el espléndido cielo sobre nuestras cabezas, la ciudad iluminada de verdes, azules, amarillos, rosa neon, el río Miami como una cinta de plata oscura, las arterias de concreto de las carreteras, y ella desviviéndolo. Porque ante la tontería desproporcionada una se resiste, no a dejar de tomarnos un selfie de ocasión, una se resiste a ser absorbida por el autobombo ridiculizando el paradigma narcisista. Una se resiste a dejarse colonizar por la banalidad.
Comenta tu opinión sobre el selfie y sobre lo planteado aquí. ¿Te tomas muchos selfies? ¿Qué significa el selfie para ti?

Friday, November 25, 2016

El modelo de belleza actual y la cirugía plástica


En clase hemos conversado sobre cómo en nuestra época se entiende la belleza física. Cuestionamos el modelo de belleza actual para hombres y mujeres e investigamos la moda de la cirugía estética, comparando los beneficios con los daños que puede representar para la salud. También investigamos la figura del metrosexual y otros estereotipos actuales.

1. Comenta cuál es tu modelo de belleza y si se asemeja o no al modelo de belleza que vende Hollywood.

2. ¿Crees que la cirugía estética puede ayudar con la autoestima del individuo? Explica con ejemplos.

Monday, September 19, 2016

Comunicar bazofia o fosilizar a Rembrandt



Dra. Inguanzo

Puede que por encima de todos los movimientos retrógados, fundamentalismos religiosos, nacionalistas o étnicos, neofacismos y totalitarismos, el horizonte más incierto está en en esta fotografía. Nótese que apunto incierto y no sombrío. Como educadora me produce una ansiedad punzante: ¿socialización de la bobería? ¿generalizado interés por la pacotilla? Este grupo humano prendido al celular se pregunta ¿cuál es el sentido de nuestras vidas? Frente a la obra de arte, los chicos comunican a terceras personas ausentes lo que tal vez no comunican al que tienen al lado. Ignorando a la obra de arte. Y porque es concenso social lo poquísimo que profundizamos o batallamos por profundizar cuando lo que está de moda es ser estúpido (así como en el Renacimiento estaba de moda ser genio), cabe hacernos estas preguntas. Porque Rembrandt no va a darnos respuestas para vivir pero sí va a ofrecer preguntas para vivir.

Paso de que unos adultos de mal cumplida madurez se dediquen a estas supercherías; pero que irresponsablemente excomulguen a estos jóvenes de la vida y la belleza del arte es imperdonable (un adulto debió prohibirles los celulares en el museo). Ya sé que puede haber arte en microprocesador, en la imagen digital y en los juegos de video, etc. Pero ignorar The Night Watch (?!).

Perpleja me pregunto: ¿revolución tecnológica con pobreza intelectual? ¿regresión o mutación? Los que nos planteamos en serio la praxis del buen vivir y los jovencitos en la foto nos vemos enfrentados a escoger entre ser ecológicos cibernéticos o esquiar las grandes montañas nevadas, practicar la amistad facebookiana o cocinarle a los amigos, entre el high tech y el nihilismo de resistencia, entre comunicar bazofia o fosilizar a Rembrandt.

Comenta qué opinas sobre el dilema que nos presenta la foto.

Friday, December 5, 2014

Los lobos cambiando a los ríos*

*A propósito de nuestra conversación sobre el cambio climático y la importancia de acción individual

Nuestro universo ¿pequeño o grande?

¿Pequeño o grande? Asunto de perspectiva.

Wednesday, October 15, 2014

¡felicidades malala!


difícil resumir en una nota el temple, la inteligencia y la determinación de la joven pakistana malala yousafzai que a los 17 años resulta la más joven recipiente de un premio nóbel.

a los 15 años malala* fue víctima de un atentado por un miliciano de los talibanes y recibió varios disparos en la cabeza y el cuello. por abogar en favor de la educación de las niñas en pakistán y en el valle swat. casi milagrosamente malala se recuperó del atentado. en 2013 declaró: "volver al colegio me hace muy feliz. mi sueño es que todos los niños del mundo puedan ir a la escuela". esta determinación casi sobrehumana de malala ha sido el peor golpe publicitario en contra de la política de aislamiento y discriminación de la mujer de los talibanes. el nóbel de la paz llega a muy buen tiempo, cuando las fuerzas del obscurantismo de ISIS y el extremismo talibán amenazan con destruir los muy débiles derechos de la mujer en el mundo musulmán.

 *click here for nytimes story on malala (must see)

Tuesday, August 26, 2014

La literatura y la lectura

“La buena literatura nos ayuda a estar mejor armados frente a la vida y cualquier embauque. Te defiende contra la mentira, la manipulación y los falsos oropeles. Por eso es una barbaridad educar a la gente solo en las tecnologías”. -Mario Vargas Llosa (peruano, Premio Nobel de Literatura 2010, autor del Boom latinoamericano.)

Friday, August 22, 2014

Lluvia de mangos en Miami




Dra. R. Inguanzo

A ver, expliquémoslo como que deberían talarse todos (o casi todos) los mangos de Miami para plantar (rezando para que se diera igualito), semillas de este árbol de los primos. Otra manera de decirlo sería esta: Los primos deberían echar la casa abajo, demolerla, qué digo casa, la mansión de por lo menos un millón de dólares a una cuadras del mar que ellos mismos diseñaron y es un verdadero lujo moderno —la espaciosa cocina comedor, las habitaciones y el jacuzzi en la segunda planta, la terraza-azotea donde por un costado caen las ramas cargadas de frutos del esplendoroso árbol. Porque es muy probable que esta calidad del mango solo provenga de este árbol en especifico plantado ahí, en el patio de los primos.

No es un mango común, no puede serlo. Es un árbol enorme y frondoso, que tiene para sí casi la mitad de la propiedad. Grande para los lados y hacia arriba como tres pisos de puntal alto. Es un árbol que reina (como debería ser siempre en el caso de un árbol con estas dimensiones y regalías). La vecina de al lado ha podido constatarlo y beneficiarse agradecidamente de las ramas que van a dar a su patio. ¿Quién pudiera quejarse? Dicho así tampoco surte efecto porque ¿cómo explicar al mango y los mangos que da? Es un árbol suculento y desmedido. Ayer cuando llovió con tanta fuerza como es común que suceda aquí, la prima dejó dicho en un mensaje de texto: “Lluvia de mangos. Vengan a buscarlos”. Y hoy cuando fuimos a recoger la ración generosa que nos toca, pudimos ver que tenían varias cajas llenas de los mangos recogidos; había además muchos mangos por recoger y muchos, muchísimos mangos ya rojos-amarillos, maduros, a punto de caer de las ramas cargadas de frutos en diferentes etapas de maduración. Es como para sentarse en la terraza a esperar que caigan. Lluvia de mangos tiene que haber sido, qué duda cabe. Una avalancha de 200 a 300 mangos en su punto, propulsados por la persistencia del agua y la magnitud de los truenos. Si a nosotros que nos separaron una porción del total, nos tocaron unos cuarenta mangos. Imagino la escena: el gran diluvio y el sonido de los mangos jugosos al caer (sí, porque aquí se desatan fuertes tormentas de corta duración pero que pueden desplumar un avestruz o arrancarle el techo de la casa). Dice la prima que en un día cualquiera, durante esta época de año, al sonido de un mango que cae, o de los mangos cayendo (el árbol produce demasiados), pues dice que al sonido del mango sobre la tierra o contra el pavimento, salen disparados los tres a ver quién lo agarra primero; con ellos también rompe a correr Cuca, la perrita de la casa, lista y solariega, adicta a los mangos que come sujetándolos entre las dos patitas delanteras. Mangos espectaculares, que chorrean almíbar o miel de mango por la piel (¿o he de decir cáscara?); huelen tanto que perfuman el automóvil, las manos, la casa, mientras esperan ser comidos. Como ya empezó el calor fuerte de junio los maduros van al refrigerador para comerse frescos. Y como son tantos y maduran rápido el primo pronto preparará la exquisita mermelada que nos durará hasta después de la temporada. Ni qué decir del sabor de estos mangos. Y mira que en Miami se pueden comer sabrosos en cualquier lado; pero estos superan a cualquier otro; hasta los deliciosos mangos biscochuelos que trajimos del Farm’s Market la semana pasada, son nada comparados al manjar de los primos.

Es todo lo que se espera del mango más sabroso, llevado a la perfección. Además de que cualquier mango de estos produce un gran placer estético. Es época de mangos, y eso que al principio del verano los primos estaban recelosos porque les parecía que los vientos de la primavera habían desflorado tempranamente al mango y que este año vendrían a cuentagotas. Pero los primeros aguaceros reventaron al árbol y una tiene la dicha de hartarse de los mangos más ricos de la tierra.

Y una nota agridulce: Hoy mientras comíamos mango recordé que en La Habana, el último día antes del regreso a mediados de febrero, descubrimos el paladar Mediterráneo, en G y 13, donde preparan una comida criolla deliciosa. La camarera, que parecía más joven de veintiún años (pero todas ellas responden lo mismo aunque lucen más tiernas), me había ofrecido ensalada de frutas con el agregado de un mango que solo él nos saldría en 6CUC. Trató de vendernos el mango aquel esmirriado, pero no pudo convencernos. No es una pedantería; creo que es una falta al pudor que en el trópico un mango cueste 6CUC, ni aun fuera de temporada, como era el caso. Le dije con algo de pena y disimulada jactancia que jamás pagaría seis dólares (el equivalente) por un mango porque en Miami los encontraba en todos lados y se daban en cualquier patio. Hablé entonces de la abundancia de frutas y productos alimenticios que hay aquí y de la facilidad para conseguirlos; mientras conversábamos la mirada de Yusimi era tan bonita, y vi su ansiedad contenida, como si le pasara una película por la frente.